Volumen 7 No. 12

Enero- junio 2025

Páginas 22 - 32

ISSN: 2710 - 0537

ISSN-L: 2710 – 0537

 

La convivencia escolar preventiva en el espacio académico

 

Preventive school coexistence in the academic space

 

 

Néstor Rafael Perico-Granados

nestor.perico@uniminuto.edu.co

https://orcid.org/0000-0003-1768-793X

UNIMINUTO, Tunja, Colombia

 

Yine Quevedo-Soler

yipaqueso@hotmail.com

https://orcid.org/0000-0002-7357-0325

Colegio Coopteboy, Tunja, Colombia

 

Carolina Tovar-Torres

carolina.tovar@uniminuto.edu

https://orcid.org/0000-0003-3019-9092

UNIMINUTO, Tunja, Colombia

 

Jenifer Garza-Puentes

jenifer.garza@uniminuto.edu

https://orcid.org/0000-0001-9021-0340

Corporación Universitaria Minuto de Dios, Bogotá, Colombia

 

Evelyn Carolina Medina-Naranjo

evelyn.medina236@educacionbogota.edu.co

https://orcid.org/0009-0001-2942-8516

Secretaria de Educación Distrital (SED), Bogotá, Colombia

 

Heidy Arevalo-Algarra

heidyarevalo2019@gmail.com

https://orcid.org/0000-0002-5312-0407

Investigadora independiente, Medellín, Colombia

 

https://doi.org/10.61287/rebe.v7i12.1185

 

Artículo recibido: 25 de junio 2024 | Arbitrado: 15 de julio 2024 | Aceptado: 01 de septiembre 2024 | Publicado: 02 de enero 2024

 

 Resumen

 La formación para la convivencia escolar necesita planeación y acciones de directivos, administrativos y docentes. La investigación tuvo como propósito fortalecer relaciones armónicas en la comunidad educativa del Colegio COOPTEBOY, en Tunja-Boyacá-Colombia. Se aplicó una investigación mixta con diseño acción educativa. Se elaboró revisión documental, ejecución y análisis de resultados semestrales, durante tres años. Se aplicaron entrevistas, encuestas y rejillas de observación. Se contrastaron hallazgos con conceptos de autores reconocidos. Se encontraron relaciones más respetuosas en grados sexto, séptimo y parcialmente octavo. Igualmente, se observaron cambios en docentes con la socialización, reflexión y aplicación de sus proyectos de vida, en relación con actividades académicas, como la escucha empática y solución de conflictos. Persiste inasistencia de padres de familia a actividades escolares en noveno a once, cursos con mayores problemáticas en convivencia. Se recomienda continuar con la investigación para consolidar resultados positivos y cambiar negativos.

 

 Palabras clave: Ambiente educacional; Convivencia pacífica; Docente; Estrategias educativas; Mediación; Solución de conflictos

 

 Abstract

 Training for school coexistence needs planning and actions by managers, administrators and teachers. The purpose of the research was to strengthen harmonious relationships in the educational community of the COOPTEBOY School, in Tunja-Boyacá-Colombia. Educational action research was applied. Document review, execution and analysis of semiannual results were carried out for three years. In-depth interviews, surveys and observation grids were applied. Findings were contrasted with concepts from recognized authors. More respectful relationships were found in sixth, seventh, and partially eighth grades. Likewise, changes were observed in teachers with socialization, reflection and application of their life projects, in relation to academic activities, such as empathic listening and conflict resolution. Parents persist in not attending school activities in ninth to eleventh grades, with problems in coexistence. It is recommended to continue research to consolidate positive results and change negative ones.

 

 Keywords:  Educational environment; Peaceful coexistence; Teachers; Educational strategies; Conciliation; Conflict resolution

 

 

INTRODUCCIÓN

La educación tiene el reto de formar cognitivamente y fortalecer principios y valores para consolidar ciudadanos enfocados en convivencia y paz. Para Delors (1996) la educación incluye aprender a conocer, ser, hacer y vivir juntos. Un proceso a desarrollar con participación colectiva y permanente, para construir el mundo a heredar a siguientes generaciones (Morín, 1994 citado en Barberuosse 2008). Aunque es responsabilidad de familias, escuela, sociedad y Estado. Al respecto, la urgencia radica en que hoy prevalecen actos de violencia verbal y física, en centros educativos, elementos perjudiciales para la formación. 

En el mundo, la convivencia escolar es un tema de investigación continua por aumento de escenarios violentos. Además, es un problema de salud pública que incide negativamente en el aprendizaje (Medina et al., 2017). En Estados Unidos 52 de cada 1.000 estudiantes son víctimas de violencia escolar y un 25% expresaron participar en enfrentamientos físico entre 2013-2014 (Quevedo-Soler, 2020). Con acompañamiento de padres, a la salida del colegio, disminuyeron acciones violentas.

En América Latina crece la violencia escolar en los últimos años, aspecto que trasciende de las aulas a la sociedad (Andrades-Moya, 2020). Entre el 80 y 90% de niños y adolescentes en México sufren castigo corporal en casa y entre el 30 y 60% han sido objeto de acoso físico o verbal en la escuela (Mingo, 2010). En Brasil, Colombia y Ecuador, según Trucco e Inostroza (2017), el 26% de estudiantes de grado sexto indican que sus compañeros se burlan de ellos. Un 16% de docentes indican presencia de violencia de estudiantes hacia profesores; en Brasil asciende al 40%. Este fenómeno se acentúa en Argentina y en Cuba es mucho menor. Entonces, es un grave problema para tratar. 

En Colombia se presentan 18 homicidios al año por cada 100.000 habitantes (Trucco e Inostroza, 2017). En contraste, un 80 al 90% de estudiantes son colaboradores con compañeros discapacitados o condición diferente (Sánchez-Ortiz y Sánchez-Reales, 2018). A pesar de indicadores positivos, el 64% los ridiculizan e insultan, el 50% participan en peleas fuera del colegio, 48% tienen poca comunicación familiar y 43% toman sin permiso

 

objetos de compañeros. En este sentido, en entrevistas de exploración, se encontró que en Boyacá los niños presentan irrespeto, intolerancia y desinterés por procesos de aprendizaje.

En el Colegio Coopteboy 28 estudiantes afirmaron que, en su ambiente educacional se presentan enfrentamientos físicos y verbales entre ellos, además, se sienten intimidados o amenazados (Quevedo-Soler, 2020). Al contrario, una sana convivencia escolar fomenta armoniosas relaciones interpersonales. Entonces, se necesita disminuir violencia en el ambiente educacional, fortalecer comunicación y resolver conflictos de forma negociada y asertiva.

Sin embargo, en los últimos años se buscan soluciones desde el Proyecto Educativo Institucional (PEI), con el mejoramiento del clima educativo, mayor participación de estudiantes en actividades democráticas y fundamentación en el cumplimiento de normas (Pérez y López, 2010). Igualmente, se profundiza en la comunicación interpersonal para solucionar conflictos de manera negociada y construir convivencia escolar (Gutiérrez-Méndez y Pérez-Archundía, 2015). Con el mismo propósito, se han construido ambientes educacionales para promover el aprendizaje, a través de principios y valores para una mejor interacción de discentes (Ramírez-Carmona, et, tal., 2016).

Igualmente, existen estudios sobre violencia que proponen aprovechar conflictos para promover su solución (Villalba-Cano, 2016). Se hacen análisis históricos, con inclusión de políticas públicas en América Latina y con conclusiones sobre la situación actual en esta región (Trucco e Inostroza, 2017). También, la violencia escolar inicide negativamente para construir conocimientos y se presenta de forma diferenciada por sexo, aspectos que han permitido emprender acciones para prevenir agresiones y mejorar la convivencia (Medina, et., tal., 2017). Finalmente, se ven diferentes causas que dan origen a la violencia escolar y su incidencia en la convivencia (Andrades-Moya, 2020).

Entonces, en la escuela se pueden promover acciones de convivencia sana, mejorar interacción interpersonal, aprender a vivir juntos y trabajar en equipo. Según Covey (2012) formular y aplicar el

 

proyecto de vida permite optimizar tiempos para cumplir metas personales. La investigación educativa promueve en los docentes comprender su papel de liderazgo para la convivencia escolar. El proyecto se propuso identificar estrategias para fortalecer la convivencia escolar en la institución y observar avances surgidos al respecto.

Se enfatiza en la propuesta de Delors (1996), La educación encierra un tesoro. En ella se proponen cuatro elementos esenciales en educación y se destaca el aprender a vivir juntos. Igualmente, se toma como referente a Covey (2012) en solución de conflictos, que promueve la fundamentación en principios y en valores para hacer acuerdos, mediante la escucha empática. Finalmente, muestra un horizonte de bases de datos en los últimos años (Andrades-Moya, 2020), sobre convivencia escolar en Latinoamérica.

Finalmente, el estudio es importante porque hoy inciden muchos factores externos a las familias como la televisón, los amigos, los compromisos laborales de los padres y en cierto grado la impunidad, para hacer visible que la sociedad requiere poner más atención a la edución de la juventud, especialmente en la construcción de principios y de valores de vida (Covey, 2012). Igualmente, asiste una gran responsabilidad a la academia, además de contenidos de los planes de estudio, abordar la definición de los princios de vida y de los valores, junto con sus principales comportamientos, para construir espacios de convivencia y para aprender a resolver conflictos de manera pacífica, mediante acuerdos.

MÉTODO

Se aplicó la investigación mixta. Se aprovecharon fortalezas cuantitativas y cualitativas para recolectar información y analizar resultados y solucionar problemáticas (Hernández-Sampieri y Mendoza 2018). El diseño investigación-acción educativa promovió cambios en docentes y estudiantes (Elliott, 2005). Se seleccionó el Colegio Coopteboy, en Tunja-Boyacá. La muestra fue de 12 docentes y 175 estudiantes de sexto a undécimo.

Al respecto, se hicieron entrevistas y encuestas de exploración en 2016 y se fortaleció el centro de conciliación. Un proceso para llegar a acuerdos con estudiantes, con mediación de un maestro, para evitar agresiones y firmar acuerdos. Igualmente,

 

profesores y directivos escogieron un valor semanal y pegaron afiches alusivos, en diferentes sitios del establecimiento, para practicarlos (Quevedo-Soler, 2020). De la misma manera, se vincularon las clases de Ética y Religión para reflexionar con estudiantes sobre las bondades de la convivencia escolar sana. En el año 2017 se hicieron entrevistas a profundidad a docentes y estudiantes, se aplicaron encuestas y se hicieron rejillas de observación, conversatorios y talleres con maestros para crear y consolidar competencias, especialmente sobre sus proyectos de vida.  Se vincularon estrategias de aula: trabajo en equipo, juegos de integración, salidas de campo y visitas a bibliotecas. 

Con lecturas se propuso a estudiantes elaborar ensayos puesto que la es reflexión esencial para internalizar conocimientos. Una forma para construir conocimiento y competencias es con la elaboración de ensayos para poner en blanco y negro aprendizajes, con base en proyectos (Avella-Forero, et al., 2021 y Perico-Granados et al., 2021). En este sentido, se hicieron reuniones del equipo de investigación semanalmente para analizar avances y establecer actividades venideras. Al finalizar cada semestre se valoraron y reformularon actividades para siguientes periodos.   

Se recolectó información de faltas y compromisos de estudiantes de 2017 a 2019 registrados en observadores estudiantiles. Entre ellas: llegadas tarde al colegio, inasistencia de padres a reuniones, anulación de evaluaciones, no portar la agenda, uso de celular en clase, porte incorrecto del uniforme, no presentar actividades y otras faltas al manual de convivencia. Se resaltan agresiones verbales, físicas y psicológicas a compañeros, docentes y directivos. Igualmente, se aplicaron dos encuestas a docentes en 2017 y 2018 para identificar su quehacer y actitud frente al conflicto. Con todos los maestros se hicieron diez conversatorios y talleres en los años 2018 y 2019 para revisar y estructurar su proyecto de vida, su relación frente a la convivencia escolar y los resultados se recogieron en las planillas. Se aplicó una encuesta y una entrevista sobre el desarrollo de esta estrategia en 2019. Para determinar la perspectiva de estudiantes sobre convivencia escolar en 2018 y 2019, se aplicaron encuestas y entrevistas a la muestra.

 

Una causa de la violencia escolar radica en ausencia de pautas de crianza apropiadas en hogares, pero corresponde a docentes concentrar esfuerzos en la escuela e intentar la colaboración de familias. Sin embargo, esta participación fue poco efectiva (Villareal-Montoya, et., al, 2020). No obstante, se tomaron autorizaciones de padres para utilizar datos de forma legal. Finalmente, se hicieron reflexiones de autores sobre formulación de proyectos de vida y artículos que promueven el desarrollo de competencias humanas como: solidaridad, colaboración, cooperación, reflexión, pensamiento crítico y sostenibilidad ambiental (Perico-Granados, Tuay-Sigua et., al., 2022).

 

RESULTADOS

 

Convivencia escolar

Con base en registros de observadores estudiantiles se encontró que en undécimo el irrespeto en estudiantes aumentó de 21% en 2017 a 30% en 2019. En décimo aumentó de 25% en 2018 a 28% en 2019. En noveno aumentó el 4% y en octavo el 12% del 2018-19. En séptimo disminuyó un 5% y la disminución más notoria fue en sexto con un 47% del año 2017 al 2019. Se observa que, en octavo, noveno, décimo y undécimo, a pesar de las herramientas utilizadas los estudiantes siguen con creciente número de faltas. Los docentes explican que una razón puede ser la adolescencia. Etapa caracterizada por un afán por crear identidad corporal e individual que puede ser turbulenta e inestable, sumado a otros cambios físicos, psicológicos y sociales (Iglesias, 2013). Entonces, con cursos que tengan estudiantes con edades similares se deben utilizar otras estrategias o incrementar las aplicadas, para obtener mejores resultados.

En cambio, acciones aplicadas con estudiantes, conversatorios y talleres con maestros surtió un efecto positivo en estudiantes de sexto y séptimo. Del primero dicen los docentes que se observa compañerismo, solidaridad y colaboración. Ellos atribuyen resultados positivos a una escucha activa de estudiantes, aplicación de propuestas y trabajo en equipo. Los cambios de paradigmas se suscitan con más facilidad en edades más tempranas (Covey, 2012). En este sentido, se vieron cambios significativos con estrategias similares en estudiantes más jóvenes, elementos a reforzar de  forma periódica para obtener resultados consolidados a mediano plazo.

En cursos más altos prevalecen: inasistencias, uso de celulares, falta de atención en espacios académicos y distanciamiento con maestros. En los dos últimos grados, con aplicación de instrumentos, se notó actitud conflictiva y los discentes se sentían agredidos por preguntas efectuadas. Los docentes explican que en estos cursos los comentarios negativos de estudiantes son los mayores detonantes de agresiones, ponen menos atención y los cambios han sido difíciles. Sin embargo, con base en principios y en valores, de forma íntegra y con constancia, se pueden obtener resultados importantes en estas edades. Al respecto, para estos cursos es necesario construir confianza para promover cambios e incrementar aprendizajes, a través de transformaciones en actitudes y en conductas que permiten comportamientos de convivencia escolar sana.  

La inasistencia de padres de familia a reuniones, asambleas y demás actividades educativas es una tendencia creciente en todos los grados, con un promedio del 63% en tres años. Se hicieron esfuerzos para que ellos fueran a sesiones programadas, con invitaciones personalizadas y llamadas telefónicas con resultados negativos. Con participación de padres de familia se potencia procesos formativos en competencias humanas: solidaridad, trabajo en equipo, colaboración, en construcción de conocimientos con nuevos ambientes educacionales y menor presencia de conflictos. Al respecto, maestros y directivos tienen pendiente crear condiciones para un buen aprendizaje y mejorar la construcción de competencias para la convivencia escolar, a través de ejercitar la cercanía con padres de familia.

En este mismo sentido, niños y jóvenes necesitan de la presencia de sus padres en el proceso del crecimiento intelectual y personal, pues permite potenciar capacidades en cualquiera de sus etapas de aprendizaje. La presencia de padres en actividades educativas genera compromiso del estudiante con su aprendizaje y disminuye problemáticas de disciplina (Valdés y Sánchez, 2016). Entonces, se requiere iniciativa y liderazgo de docentes y administrativos para vincular a padres de familia en actividades en procesos educativos. Esta presencia en la formación integral de sus hijos permite generar confianza entre actores educativos, mejorar gestión escolar y apoyar aprendizajes.

En el diagnóstico del año 2017, los docentes presentan actitudes positivas frente a su quehacer al enfrentar problemáticas de convivencia en el aula u otros espacios educativos. Además, expresan que unas veces mantienen la calma e intentan conciliar. Aunque, muchas veces se exaltan, se enojan y no siempre se resuelven problemas de manera apropiada. Ellos reconocen que a veces actúan de forma incorrecta e injusta para una de las partes, dado que no mantienen la calma y no resuelven problemas de forma asertiva. En este sentido, ellos se muestran abiertos al diálogo con las partes involucradas, pero les hace falta la formación en competencias que les permita una mediación apropiada (Quevedo-Soler, 2020).

De otro lado, para Covey (2012) usar aparatos electrónicos y dedicar tiempo a redes sociales son factores que afectan la convivencia escolar y son foco de dispersión en la formación. Por ende, se requiere reorientar el desarrollo de la sociedad, de forma apropiada, con un mayor esfuerzo de la escuela para cambiar paradigmas, estrategias y acciones. Entonces, se necesitan transformaciones en directivos, administrativos y docentes que reformulen sus proyectos de vida y planes estratégicos para formar seres humanos creativos, con principios y valores capaces de resolver conflictos de manera negociada y utilicen óptimamente su tiempo.

Además, con respecto a la actitud de docentes frente a la solución de conflictos en el aula, ellos expresaron que procuran mostrar siempre una actitud mediadora y conciliadora. A veces ponen atención para escuchar a sus estudiantes y son conscientes que son parte importante para solucionar conflictos porque pueden canalizar emociones entre las partes. Sin embargo, a pesar de que a veces asumen actitudes autoritarias sienten que existe impotencia para resolver los problemas de convivencia y descargan la responsabilidad en los hogares por su inacción. Ellos saben que son ejemplo y formadores del ser y saber de los estudiantes y que pueden ayudar a construir el conocimiento, pero son conscientes que no siempre cumplen sus objetivos. Al respecto, en rejillas de observación se encontró que profesores no cuentan con herramientas para contribuir de forma efectiva en crear ambientes para mejorar aprendizajes y resolver problemas de convivencia y en ocasiones no toman decisiones correctas.

En este sentido, se vio con frecuencia que docentes toman partido por una de las partes e incluso resuelven conflictos de forma autoritaria. Es necesaria una formación en principios y valores, invertir tiempo para cualificarse y ayudar a crecer a sus discentes de forma holística para crear acuerdos y solucionar conflictos (Covey, 2012). Una buena formación requiere de equilibrio entre autoridad y la promoción de la participación de los estudiantes para evitar que se salgan los procesos del camino (Freire y Faundez, 2014). Al respecto, es indispensable una formación permanente de maestros mediante talleres, conferencias y reflexiones que hagan ver diferentes formas de abordar y resolver conflictos de manera negociada. Es necesaria dosis propiadas de autoridad y confianza para que estudiantes encuentren en sus docentes unos mediadores de conflictos.

En entrevistas aplicadas a estudiantes en 2018 se encontraron conceptos de convivencia con diferentes ópticas. Así, en sexto, es una relación óptima entre compañeros en el diario vivir, con base en el respeto. En noveno, se involucran aspectos como diversidad, es decir, que la convivencia abarca no solo el compartir con compañeros, sino con personas de otros géneros, razas o cultos religiosos, interactuando con respeto y solidaridad. En undécimo, es un medio por el cual las personas interactúan entre sí, donde se aplica el respeto de derechos de cada ser humano para mejorar la integración de los procesos del aprendizaje (Quevedo-Soler, 2020). Sin embargo, a pesar que en todos los casos existen conceptos de respeto y solidaridad, en la práctica no lo aplican; únicamente se queda en conceptos.

En encuestas y entrevistas aplicadas en 2019 a estudiantes, se encontró que la convivencia mejoró en sexto y séptimo una vez aplicados talleres a docentes y estudiantes. En otros cursos permanece estático y en unos pocos se siguen presentando conflictos. En estudiantes de noveno, décimo y undécimo, las opiniones se encuentran divididas y unos se dedican solamente a sobrevivir en su

 

espacio escolar. Sin embargo, más del 75% de ellos son propositivos, en algunas actividades donde sienten que logran mejorar la convivencia. Ellos han entendido que un espacio en el cual la convivencia es sana repercute positivamente en su espacio educativo y en su proceso de construir conocimientos (Quevedo-Soler, 2020). Sin embargo, necesitan ayuda con procesos de capacitación para adquirir competencias en resolución de conflictos. 

Al evaluar experiencias donde la convivencia escolar persiste de manera negativa, los estudiantes precisaron que, en espacios como patio y aulas, se presentan insultos y peleas. Igualmente, se presentan discusiones, malos tratos, agresiones, intolerancia e individualismo. En este sentido, estos fenómenos en estudiantes que están desarrollando su parte física, cognitiva y emocional, las agresiones tienen un punto álgido en los inicios de su adolescencia (López-Hernaez, 2015). Es urgente promover cambios de paradigmas en la formación de jóvenes. En estas edades se recomienda fortalecer la democracia escolar, aplicar el PEI, enseñar normas y promover más participación de discentes (Pérez y López, 2010). De esta manera hay aprendizajes más efectivos y con mayor calidad de la educación. Al respecto, se necesita un mayor trabajo de directivos y maestros para poner en práctica acciones que superen enseñanza de contenidos, promuevan participación de estudiantes y docentes con nuevos horizontes en sus proyectos de vida.

Por otro lado, se identificaron actividades que permitieron una convivencia sana, con nuevos ambientes educacionales: salidas pedagógicas a universidades, bibliotecas, iglesias, actividades deportivas y culturales. Otras actividades para mejorar la convivencia fueron: trabajos grupales, exposiciones en equipo, juegos y actividades lúdicas que permitieron construir conocimientos y compartir con compañeros. En entrevistas estudiantes expresaron conceptos positivos de convivencia escolar especialmente en sexto, séptimo y octavo. Entonces, es conveniente promover más estas actividades en todos los cursos, con planeación apropiada.

 

 

Sin embargo, aún existe cierta resistencia para participar en actividades lúdicas en grados superiores porque las consideran ridículas. Una forma de resolver problemas de convivencia es potenciando competencias humanas: solidaridad, autonomía, reflexión y trabajo en equipo (Covey, 2012). Paralelamente se potencian capacidades académicas e intelectuales. Entonces, se observa que, aunque requiere mayor inversión de tiempo, de maestros y directivos, existen ambientes educacionales que permiten promover construcción y fortalecimiento de competencias humanas que son bases esenciales para mejorar la convivencia escolar.

Proyecto de vida docente

Los docentes son mediadores entre estudiantes, conocimientos y ambientes educacionales. Ellos ayudan a traducir contenidos curriculares en función de objetivos a obtener para el crecimiento del estudiante. El docente es fundamental en procesos de convivencia porque el estilo de su liderazgo posibilita creación de modelos y pautas de actuación del estudiante. Aunque, es importante vincular a estudiantes y docentes como actores principales de convivencia escolar, dado que las problemáticas son acciones en el aula y a veces generan violencia, con un nivel de desgaste profesional alto, cuando el maestro no puede tomar distancia del problema. Al respecto, el maestro debe cualificarse para resolver conflictos de manera negociada y actuar como mediador en conflictos de discentes, a partir de un proyecto de vida que contemple su actividad como docente y que quiere el progreso de estudiantes.

En este sentido, el docente es mediador de conflictos a partir de valores para formar estudiantes y promover toma de decisiones asertivas, como responsables de sus actos (Ramírez-Carmona et al., 2016). La convivencia escolar sana es importante porque permite el desarrollo integral de niños y jóvenes a nivel personal e intelectual y en la escuela se puede tomar conciencia que se pertenece a una comunidad que se interrelaciona día a día en diversos ambientes. Entonces, para que exista un buen nivel de construcción de conocimientos se necesita liderazgo de docentes para que los estudiantes aprendan a resolver conflictos de manera negociada, con principios y en valores que consoliden competencias humanas y disciplinares. En este sentido, los discentes tienen mayor recordación y construyen competencias humanas cuando participan en actividades prácticas y en lo posible lúdicas (Perico-Granados, Garza-Puentes et al., 2022).

Con base en conferencias y talleres sobre proyectos de vida se analizaron acciones para orientar construcción y/o reformulación del proyecto de vida de docentes. Se tomó como referente la propuesta para elaborar proyectos e investigar sobre un propósito (Perico-Granados et al., 2020). De común acuerdo con ellos se decidió seguir propuestas de Covey (2012) especialmente La Tercera Alternativa y Los siete hábitos de las personas altamente efectivas. Ambas obras profundizan sobre maneras para resolver conflictos. Al respecto, con talleres se avanzó en escritura de proyectos de vida de profesores, inclusión de su actividad docente y en convivencia escolar. Así, once de ellos establecieron por escrito sus objetivos personales y profesionales (Quevedo-Soler, 2020). Uno de ellos hizo el ejercicio con menos efectividad. Probablemente con más tiempo para la reflexión sobre la importancia del proceso, la totalidad hubieran hecho el ejercicio.

Los maestros describieron su misión, su visión, principios y valores. Además, definieron el significado de cinco principios y valores más importantes con base en confrontación de autores. Ellos establecieron un promedio de ochenta comportamientos relacionados con convivencia escolar. Actividades hechas en tiempos del colegio y descanso, aproximadamente en tres meses. Entonces, el compromiso público fue visible porque se hizo socialización en tres reuniones sobre estos aspectos, durante 2018 y dos 2019. Varios docentes buscaron información adicional a conferencias y talleres para hacer mejor su labor y todos respondieron que los aportes a su vida y a las actividades del colegio han sido muy buenos. Con base en estos resultados los docentes están de acuerdo en desarrollar el ejercicio en un futuro con estudiantes para que ellos elaboren su proyecto de vida. 

En entrevistas a docentes a finales del 2019 se preguntó si hoy en día el desarrollo de su profesión era lo que ellos esperaban; luego de talleres expresaron con seguridad que si es lo que buscan. Sin embargo, uno se muestra escéptico por su realidad, especialmente por los conflictos. Los primeros, a pesar de estas circunstancias tienen claro que su propósito de vida es ayudar a construir conocimiento y contribuir para que se formen como personas. Se encontró que perciben que, con la aplicación de su proyecto de vida, con base en principios y valores, se muestran más serenos y ven que sus enseñanzas paulatinamente las ponen en práctica sus estudiantes. 

De la triangulación de entrevistas, encuestas y rejillas de observación se obtuvo que los maestros, en más del 90%, se proyectan en la formación de excelentes seres humanos. Al respecto, ellos lo hacen de forma periódica y tienen presente que lo correcto es que le vaya bien a cada una de las dos partes en conflicto, cuando este se presenta. Cuando se ven involucrados escuchan a los estudiantes y procuran resolver el conflicto sin que el docente sacrifique sus valores. Entonces, con las reflexiones y con el apoyo de las herramientas propuestas saben los maestros que su trabajo tiene sentido en la transformación de su entorno escolar.  

DISCUSIÓN

Igualmente, profesores expresaron que se esfuerzan por escuchar activamente para luego solucionar conflictos con base en principios y valores definidos. Enfatizan que contribuir en una convivencia sana les ayuda a hacer mucho mejor su tarea porque les permite tener clara su perspectiva en formación de seres humanos. Precisan que ha sido difícil el cambio, pero que con persistencia aportarán mucho a la convivencia en el colegio y en casa. En general han hecho una labor de proactividad que los impulsa a ejercer su rol de forma integral para mediar conflictos cotidianos. En convivencia se tienen buenos resultados si se promueve la transformación de la realidad (Gutiérrez-Méndez y Pérez-Archundía, 2015). Al respecto, con docentes preparados se obtuvieron resultados positivos en convivencia en lo disciplnar y en competencias humanas.

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Entonces, más del 90% de maestros, con base en reflexiones y en clarificación de sus proyectos de vida, mejoraron su labor docente. Igualmente, se encontró que su disposición para dialogar genera confianza en sus acciones, con un conocimiento valioso. Sin embargo, un buen docente marca diferencias en su enseñanza, por tanto, debe fortalecer su identidad profesional y de principios,

 

con precisión del sentido de su trabajo, con ejecución diaria excelente. Estas reflexiones y talleres deberán llevarse a cabo periódicamente para que los resultados sean cada vez mejores.

Se basó esta estrategia en proyectos de vida orientados a resolver conflictos y fomento del liderazgo en docentes. Son hábitos que se deben cimentar como cambios de paradigmas para que sus resultados sean continuos, con talleres, reflexiones, lecturas, análisis grupales, diferentes ambientes educacionales y seguimiento que se harán durante un tiempo prolongado para que las transformaciones tengan éxito (Covey, 2012). Con la promoción del proyecto de vida docente se consigue el objetivo de dinamizar procesos formativos propios y de estudiantes porque en este proyecto se aplican saberes pedagógicos, potencialidades personales, sociales y educativos del docente como constructor del conocimiento, transformador de sí mismo, de su entorno social y cultural (Nieva-Chaves y Martínez-Chacón, 2016). Tiene mayor efectividad el proceso en primeros años de formación.

 

 

Figura 1. Comportamiento de convivencia escolar colegio COOPTEBOY

 

 

 

 

En los tres casos se hizo con triangulación entre entrevistas, encuestas y rejillas de observación. De esta manera, los valores obtenidos de los observadores (línea azul) evidencia que para los años 2017 y 2018 las faltas cometidas por los estudiantes, en promedio aumentaron un 12%. En el año 2019 el porcentaje de faltas fue de 32% con disminución frente al 2018 en 8%. El proyecto de vida de maestros, con base en los hábitos de Covey

 

Curva sobre estrategias aplicadas

En la investigación acción educativa se aplicaron dos tipos de estrategias. En primer lugar, estrategias en aula: diálogo, trabajo en equipo, juegos de integración, actividades lúdicas para adquirir conocimiento, salidas de campos, visitas a bibliotecas, convivencias y campeonatos deportivos. En segundo lugar, se tienen estrategias curriculares: centro de conciliación, valor semanal en Ética y otros espacios académicos, docentes mediadores de conflictos, fortalecimiento de labor de directores de grupo y cambios en el plan de estudio de Ética, para trabajar desde la convivencia escolar. Las curvas definidas fueron: promedio de observadores y de aplicación de proyectos de vida de docentes con base en hábitos de Covey y promedio de opiniones de actores con base en estrategias aplicadas (Quevedo-Soler, 2020). Los resultados se muestran en la Figura 1.

 

 

 

 (línea naranja) muestran un crecimiento sostenido durante los años 2017, 2018 al 2019. Esta estrategia se aplicó a docentes para identificar su compromiso con su labor docente en integridad con todas sus áreas de equilibrio personal. El incremento observado fue de 84% en dos años, con un ligero incremento en el segundo. En el 2017 no se aplicó ningún instrumento, puesto que se llevaron a cabo conversatorios y talleres sobre el proyecto de vida con base en los hábitos a los docentes. De la misma manera, se evaluaron percepciones de actores sobre

 

estrategias que se aplicaron durante años 2018 y 2019. Así, en 2018 se observa un aumento en las estrategias en un 42%, pero para el 2019 ellas disminuyeron en un 2% (Quevedo-Soler, 2020).

Al respecto, con base en lo observado el conjunto de estrategias se debe seguir fortaleciendo: centro de conciliación, valor semanal vinculación de las áreas y estrategias de aula como trabajo en equipo, juegos de integración en las actividades de clase, salidas de campo y las que permiten involucrar a estudiantes en actividades lúdicas, que en su conjunto fueron bien recibidas por ellos, con pocas excepciones. La construcción o reconstrucción del proyecto de vida en docentes, con base en los hábitos propuestos por Covey, permitieron a estos examinar su labor profesional y su vida personal. Los resultados muestran un incremento de su aplicación en el ejercicio profesional, dado que los objetivos de aprendizaje los precisaron en sus clases, ayudaron con más efectividad a la construcción del conocimiento en sus estudiantes y su contribución es notoria. Las estrategias aplicada permitieron una cohesión entre grupos estudiantiles y promovieron una convivencia escolar sana, aspectos reflejados en la disminución de ocurrencia de faltas (Quevedo-Soler, 2020). Con diferentes estrategias y contribución de docentes se disminuyeron las faltas en promedio.

La convivencia es un proceso social construido sobre valores como respeto, reconocimiento y solidaridad, para la creación de un mundo común (Díaz Better y Sime Poma, 2016). La educación contemporánea se ha centrado en conocer y hacer pero descuidando el aprender a vivir juntos y el aprender a ser (Villalba-Cano, 2016). La sana convivencia permite una disminución de violencia, mejora los ambientes educacionales y fortalece relaciones con los semejantes (Gutiérrez-Méndez y Pérez-Archundía, 2015). Al respecto, el ser humano se sigue formando en la escuela y es el laboratorio para aprender a convivir y superar la formación reduccionista para la vida laboral. En este sentido, para obtener resultados positivos se necesitan concentrar esfuerzos con objetivos claros y metodología diseñadas que transcurran de manera fluida y positiva.

Entonces, además de enseñar contenidos curriculares es indispensable formar en principios, valores y a convivir con base en la solución de

 

conflictos de forma negociada. La metodología participativa de los estudiantes permite que ellos aporten en las decisiones y mejora la convivencia en los espacios académicos (De la Concepción, 2015). Las actividades lúdicas permiten modificar conductas violentas, disminuir agresión entre estudiantes, promover un buen trato, fortalecer una personalidad reflexiva, solidaria y crítica de estudiantes (Posso et al., 2015). Entonces, como una estrategia se propone acercar primero a docentes, con conversatorios y talleres, promover su proyecto de vida, de manera integral, orientado al servicio y a la convivencia escolar y luego buscar la participación de estudiantes, aspecto que genera compromiso.

Finalmente, la escuela es un lugar de encuentro de diversas individualidades, para involucrarse en un proceso de formación como ciudadanos y es deber de sus actores promover que suceda. Allí comienza la convivencia y presenta desafíos que requieren creatividad de docentes y directivos para que la conviertan en el laboratorio para formar seres humanos competentes y para vivir en democracia (Pérez-Tapias, 2017). En este sentido, la escuela debe contribuir en la construcción continua de la sociedad, con la formación de estudiantes críticos y creativos que participen de manera activa en la convivencia. Al respecto, las instituciones educativas deben formar desde los primeros años de escolaridad, en principios y valores sólidos para contribuir en la construcción de un mundo mejor. 

CONCLUSIONES

En la percepción de docentes y otros actores, ellos crecieron de forma consistente en sus acciones concretas para mejorar la convivencia escolar, a partir de su proyecto de vida. Además de la voluntad de maestros fue necesario un proceso de cualificación para obtener resultados positivos. Entonces, para que perduren, se necesita llevar a cabo conversatorios y talleres durante un tiempo mayor, cerca de tres años, para transformer la cultura institucional.

Se observó que los grados sextos, séptimo y octavo disminuyeron sus faltas en un 8%, en el segundo y tercer año, y en las que incurrieron prevaleció el irrespeto entre ellos. En grados noveno, décimo y undécimo, con las mismas estrategias, los resultados han sido menos

 

favorables. Al respecto, la convivencia escolar es esencial para un aprendizaje óptimo.

Las estrategias que involucran el trabajo en equipo, juegos de integración, centro de conciliación, salidas de campo, visitas a museos, donde el estudiante es protagonista principal, permitieron a estudiantes desarrollar lazos fuertes de compañerismo y sentimientos positivos de convivencia.

La participación de padres de familia ha sido menor con un 63% de inasistencia a reuniones de padres, talleres y entrega de boletines. Para un buen desarrollo de competencias integrales de niños y jóvenes es un factor determinante su participación y compromiso. Ellos verán los resultados positivos en las etapas de la adolescencia y en su desarrollo posterior, con sentimientos de comprensión y confianza. Se necesita mayor esfuerzo de directivos, administrativos y docentes para obtener su vinculación. 

La sana convivencia cumple el propósito de fomentar acciones democráticas, desde el seno de la escuela, para que hombres y mujeres del mañana contribuyan a fortalecerla y promuevan una sociedad civil robusta, que facilite su cimentación.

Un PEI bien diseñado y con frecuencia revisado permite que junto con el aprendizaje de normas sean fuente para construir una convivencia sana en centros educativos.

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